Algunas voces hablan de la existencia de un aparato capaz de ver a través del tiempo, con el cual tendríamos la posibilidad de observar acontecimientos históricos, el día a día de los habitantes de otras épocas… e incluso el comienzo de todo. ¿Qué sabemos de esto?
El Cronovisor y el Vaticano
Quienes afirman que este aparato es real, lo sitúan en El Vaticano. Y esta vez no se trata de un investigador privado vendiendo libros, o un youtuber en busca de visitas; la historia salió a la luz en el año 1972 por medio del periódico italiano “Domenica del corriere”, y en la noticia se decía que un grupo de investigadores y científicos, bajo el mando del padre Marcello Pellegrino Ernetti, habían desarrollado una máquina capaz de situar el pasado ante nuestros ojos. Como no podía ser de otra forma, El Vaticano incorporó el aparato a sus numerosos secretos, y allí sigue. A primera vista, puede parecernos una noticia rocambolesca, pero lo cierto es que para el ciudadano de a pie no es diferente a cuando en el periódico aparece la noticia de que en unas instalaciones de no sé dónde han hallado la partícula X; si le damos credibilidad a la segunda, no veo porque no habría que dársela a la primera. Al menos, en un primer momento.

¿Cómo funciona el Cronovisor?
Según el mismo padre Ernetti, los fundamentos del Cronovisor son tan sencillos como aquella ley de la física que todos conocemos: la energía no se crea, ni se destruye, solo se transforma. En base a este principio, el sacerdote, junto a su equipo, habría desarrollado un aparato capaz de recoger ondas sonoras y lumínicas, y recomponerlas de forma que llegaran a representar un momento del pasado, del cual provienen. Después, estas ondas se mostrarían ante nosotros en un aparato muy similar a un televisor.

¿Qué dijo Ernetti sobre el Cronovisor?
En el artículo del periódico, Ernetti aseguraba que la idea del Cronovisor surgió en su mente al escuchar los cantos grabados de un sacerdote fallecido. Empezó a trabajar en ello, y llegó hasta la creación del Cronovisor, con el cual había conseguido imágenes de Jesucristo, de la revelación de los diez mandamientos, y de un sinfín de momentos bíblicos, así como otros importantes hitos históricos. Esto se hace un poco extraño, porque seamos sinceros, todos sabemos que lo primero que habría buscado son imágenes de Cleopatra bañándose en leche, sobre todo en aquella época en la que no existía internet.

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Lo que la ciencia te da, la ciencia te lo quita
El problema principal de todo este relato es que el mismo padre Ernetti trata de darle una explicación científica a su invento, y por muy bien que suene esto de recoger ondas y recomponerlas hasta que representen un estado anterior, es imposible que haga eso, porque esas ondas ya no están aquí. Según esta misma ciencia, recibimos luz solar a cada instante del día, y emitimos ondas sonoras con cada ruido que hacemos, si todas siguieran aquí… el mundo sería algo así como cuando dan las luces en un after. Las ondas de luz que en algún momento llevaron a los ojos de un apóstol la imagen de Jesucristo, se convirtieron en calor hace dos mil años, no andan rebotando por aquí; por no hablar de la dificultad de encontrar unas ondas en concreto, justo aquellas que pertenecían a ese instante del tiempo, y que ya no se parecen en nada a lo que una vez fueron.
Investiga y saca tus propias conclusiones.